no quiero dejarlo

Atormentada, sometida a su enfermizo amor, no me pertenecía, era suya, como todo lo mío, suyo. Y cuando lo veía y lo tenía en frente de mí, recaía en su mirada indefensa, tan fresca, tan sinceros sus ojos, y volvía a creerle, volvía a estrellar mi cerebro contra su inocencia, y volvía a adueñarse de mi. Como pude cometer semejantes estupideces? cómo no pude controlar mis impulsos y mandarlo al carajo? no lo sé, no pude. Porque lo amaba. Porque lo quiero, y porque me siento merecedora de las culpas que él me otorgaba, me sentìa responsable por lo que le habìa provocado, e inconcientemente juraba con mis actos, que iba a recuperarlo. Pero el solo me querìa a mi. Aparecía y desaparecía de mi vida como mágicamente. Cómo resistirse? quien podría? si tan solo con su apariencia feliz, con su sonrisa, yo quedaba idiotizada. El lo sabía, y manejaba cada uno de los hilos de mi cuerpo para tenerme siempre cerca. Yo era su tìtere. Aunque el me decia una y mil veces que era su princesa. No podia salvarlo... nunca pude. Nunca podrìa... Como aquella tarde, que me invitò a salir en aquella ciudad. Acepté para decirle que no querìa volver a verlo, y por telèfono ya le habìa adelantado que sucedería en esa tarde, què iba a decirle. Pero el insistiò que sería la última vez, que luego me dejaría tranquila para rehacer mi vida. Acudì a la cita con mi mejor voluntad. Cuando lo ví pensé : que hermoso, no quiero dejarlo. Pero tenìa que hacerlo... no me quedaba otra salida. No era para mi, no podía estar el resto de mi vida con una persona tan lejos, tan asfixiante, celoso, impulsivo, absorvente. Ya lo habìa pensado mucho, y aunque a través de mis ojos entraba la belleza hecho hombre, sabía con pruebas certeras, que detràs de esa belleza se encontraba una persona capaz de destruirme.