Y ahi estabas, en el borde de aquel precipicio, que era bonito. Pero si tú dabas un paso mas, se convertiría en algo trágico. Sentías que estaba ahi, mirandote, sintiendote, sin saber muy bien qué hacer o qué decir porque las cosas no nos habían salido bien. Quizas convertirme en una niña mayor, me habia hecho ganar cosas preciosas, pero te habia perdido a ti. No lo sé y aunque a veces me lo pregunte, en aquel momento, todas aquellas dudas las lance al fin del mundo. Y tú ahi seguías, quieto, como si nada, esperando algo. Algo que cambiase tu vida, de una vez por todas, aunque mas bien tú eras quien no querias que nada cambiase. Y ahi te quedaste, con tu cigarro en la mano, mirandome, preguntandote por qué... Pero estabas cansado, demasiado cansado para nuevas oportunidades, para nuevas metas y proyectos. Estabas cansado para que otra vez irrumpiera en tu vida, sin saber muy bien que papel me otorgarías en ella. Y ahi te quedaste, callado, con tu cigarro, mirándome directamente a los ojos, y diciendome lentamente que no me necesitabas -¿Quién te necesita a ti en el fin del mundo? -gritabas- ¿quién?- Te deje solo, a un lado. Y lo siento, pero no podía. No podía seguir creciendo si me aprisionabas las cuerdas cada vez que tenías miedo. Y ahi te quedaste, acabandote tu cigarro inacabable, mirando todo menos a mí, porque sabias, que todo lo demás quizas no fuera cierto. Pero que si tu saltabas, yo lo hacia contigo.
Aquello fue lo mas sincero que escuchaste de mis labios:
Si tu saltas,
yo salto.
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