Ella volvió a acurrucarse junto a él, apoyó nuevamente la cabeza sobre su hombro y le acarició el pecho en silencio. El se acercó más y le habló al oído.
-Esto me recuerda un tiempo lejano.
Ella sonrió, pensando en lo mismo, y miraron al cielo, abrazados.
-Aunque no me lo has preguntado, quiero que sepas una cosa.
-¿Qué?
-Nunca hubo otro hombre -respondió con voz tierna-. No sólo fuiste el primero, sino el único. Nunca senti nada asi por alguien mas. No espero que me digas nada semejante, pero quería que lo supieras.
martes, 25 de marzo de 2008
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