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Hizo lo que quiso de mí, por propia voluntad mía, nadie me obligó, yo quise ayudarlo y tambien yo me equivoqué cada vez que lo herí. No pude amarlo como el necesitaba, pero si hubiese dado todo para verlo feliz. Pero ese todo no incluía mi vida, ni mis emociones, yo quería ser su amiga, aunque estuviese atada a su cuerpo, a sus besos,a él. Era su esclava, y él era mi esclavo también. Hoy a la distancia veo que ambos estábamos enfermos, ambos necesitábamos del otro como alimento a ese amor platónico. Así como el me perseguía, por momentos yo también necesité que me persiga, que me busque, que me adore y me haga feliz. Lo necesité con la misma intensidad que el a mí. Su piel, su aroma y su aliento, eran el combo de mi perdición. Cuando lo veo ahora, no veo a la misma persona de la cual me hice esclava, veo otra totalmente distinta: Un hombre.
Lleno de odio.
Odio hacia mí.
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